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La leyenda cubana Julio Cabrera construyó el Café La Trova de Miami como el homenaje definitivo a su tierra natal. En este espacio festivo del barrio de la Pequeña Habana se exhibe el histórico estilo cantinero de la isla. Vestidos con elegantes chaquetas, los cantineros de la Trova hacen acrobacias con sus cocteleras y coladores, lanzando bebidas por el aire y haciendo ocasionalmente una pausa para tocar el ritmo de la banda. Trova obtiene el puesto 21 entre los mejores 50 mejores bares del mundo, puede que sea el mejor espectáculo de la ciudad, pero lo importante es el sabor de sus bebidas y comidas lo hacen de las mejores elecciones para vivir una experiencia gastronómica extraordinaria.

Y hablando de sabor, de ascendencia judía y latina, pero nacida y criada en Miami, la chef Michelle Bernstein está intrínseca en la escena culinaria de la ciudad. Para este concepto en la Pequeña Habana, se asocia con el gurú de la coctelería, Julio Cabrera, y el resultado es extraordinario. Es un lugar vivaz que zumba con música en vivo y una decoración que transporta a los comensales a través de décadas de historia, desde Cuba hasta la experiencia cubana en el sur de Florida.

Bebidas cubanas clásicas como el Daiquiri Hemingway del Floridita, también conocido como Papa Doble (ron ligero, marrasquino, zumo de pomelo y zumo de lima), se presentan junto a descarados guiños a la isla madre, como el Especial de los Canineros, Trío Matamoros (ron de barril puro con cafecito cubano y un puro). El menú incluye clásicos como lechón con yuca al vapor y mojo de mandarina. Los platos especiales pueden desviarse de la norma, pero son exquisitos en su mezcla dulce y salada: piense en el foie gras chamuscado con tostadas francesas españolas, maduros y sirope de arce. Los digestivos, como el Hotel Nacional con ron de piña y licor de albaricoque, son una buena forma de saciar la sed.

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